viernes, 9 de enero de 2009

Revista Ñ/ Sábado 3 de enero de 2009

DIARIO DE GOLONDRINA
Amélie Nothomb
Anagrama. 105 páginas.

Amelié Nothomb ha realizado aquí una magnífica (e impecable) alegoría de la sociedad actual. Curioso, porque la historia aparenta ser simple. A raíz de un desengaño amoroso un hombre decide no conmoverse por cosa alguna. Volverse insensible. Lo consigue pero se aburre muchísimo. Entonces entra en tratos con la mafia rusa para trabajar de “gatillo” (matar por encargo). Lo anterior puede parecer un poco exagerado, hasta que advertimos a qué se refiere la autora. La deshumanización conduce al crimen. No ser humano (en este sentido: renunciar a la humanidad) es lo más fácil del mundo. La sociedad toda lo propone. Te da a entender que está bien y que así te alejarás del dolor. En efecto: si nos arrancamos el corazón ya no sufriremos… pero nos quedamos – obviamente – sin corazón y, por ende, sin posibilidades de ser felices. Cabría preguntarse ¿para qué está uno? La inmensa fortuna de vivir en este planeta resulta falseada. Sin corazón estamos ocupando un lugar que pertenece a otro. Otro que pudo ser uno mismo. Como el tipo rechaza la posesión cae en la más aberrante de las posesiones: el asesinato. Porque uno siempre posee: o por derecha o por izquierda. “No hay ejercicio más radical que la voluntad de poderío. Sobre un ser del que nada sabemos, ejercemos el más absoluto de los poderes”. El libro contiene, además, un sutil ataque contra el arte contemporáneo: las resoluciones abstractas que nos alejan de la carnadura. Tanto a nuestro personaje como a un asesino amigo suyo les gustan las músicas asquerosas, pero el protagonista principal se siente más fuerte que el otro porque tan sólo le interesa lo peor de lo experimental. “Tuve el sentimiento de mi superioridad: Yuri pertenecía a la retaguardia. Yo, en cambio, era un asesino del tercer milenio”. “Urbano, eres el peor de todos nosotros –dijo Yuri con un atisbo de admiración”. Nuestro monstruo mata a una chica por encargo. Hasta aquí todo bien. El problema es que la muchacha tenía un diario íntimo. El asesino comete el error de robarlo y leerlo. Esto les es fácil. La chica sabía pensar y sentir. Inevitablemente su bloqueo preventivo se anula y vuelve a tener corazón. Que se destruya (o lo destruyan) es sólo cuestión de tiempo. Es de una coherencia absoluta, por lo demás, que el amor llegue cuando el otro ya no está. Insoportablemente contemporáneo.

Alberto Laiseca