viernes, 27 de mayo de 2011

La voz del interior




El más amable de los monstruos, por Emanuel Rodríguez para La voz del interior

"Son las memorias del Conde", dice Alberto Laiseca acerca de sus Cuentos Completos. Su voz en el teléfono suena grave y cavernosa, como un eco un tanto impostado y divertido de una jocosa ultratumba. "Y usted sabe qué clase de conde soy". Laiseca juega con su nombre: es el Conde Laisek cuando cuenta cuentos, cuando adquiere esa especial caracterización de oscuro encantador, cuando juega con los claroscuros de su bigote. Para leer la nota completa aquí.

domingo, 15 de mayo de 2011

El editor


Laiseca y Gastón Gallo en la Feria del Libro



[Foto: Mica Hernández]

viernes, 13 de mayo de 2011

Laiseca en la Feria del Libro




El Monstruo charlando con el artista plástico Jorge Garnica, ilustrador de Cuentos Completos




Laiseca junto a Jorge Garnica, el editor Gastón Gallo y su bella esposa



[Las fotos son gentileza de María Soledad, a través de Garnica.]

domingo, 8 de mayo de 2011

Con la firma del Monstruo

Hoy Laiseca seguirá firmando libros en la Feria. A partir de las 17.00 en el Pabellón Azul, calle 7, stand 424. Excelente oportunidad para llevarse los Cuentos Completos dedicados por el autor.

La prensa sigue diciendo

Página/12, domingo 8 de mayo de 2011


La fábula del beduino y el mediocre

Por Juan Pablo Cinelli

El nuevo trabajo de la dupla constituida por los directores Mariano Cohn y Gastón Duprat (aunque virtualmente se trate de un trío: todas sus películas de ficción han sido escritas por Andrés Duprat, hermano de Gastón), Querida, voy a comprar cigarrillos y vuelvo, igual que las dos anteriores –El artista (2008) y El hombre de al lado (2009)–, trae nuevamente mucha sal en los bolsillos y tela para cortar. En sus trabajos anteriores, Cohn y Duprat presentaron algunos tópicos interesantes que no pasaron inadvertidos, y su tercera ficción renueva esa costumbre. Si en El artista se planteaba el problema de los límites del arte y los artistas, y en El hombre de al lado las preguntas eran sobre todo materia social, en su nuevo film insisten con un juego entre creación, creador y criatura, que no parece inocente. Una de las discusiones potenciales puede resumirse sencillamente: qué responsabilidad tienen un escritor, un pintor o, para el caso, un director de cine sobre sus personajes. ¿Son responsables de las circunstancias que atravesarán sus criaturas una vez liberadas a esos mundos de papel o celuloide? ¿Hasta dónde pueden permitirse intervenir en los hechos que vivirán o el modo en que van a hacerlo? Querida, voy a comprar cigarrillos... comienza en un lugar y quizá una época remota, con la historia de un mercader que es alcanzado y muerto por un rayo en el desierto. Por milagro, y refutando las leyes meteorológicas que indican que un rayo jamás cae dos veces en el mismo punto, el hombre es revivido por otra descarga. Igual que ocurría con Christopher Walken en La zona muerta, ese ir hacia la luz y volver le dejará un don. Pero lejos de Cronenberg, este hombre entre perverso y juguetón (como un chico) no vivirá ese poder como un castigo, ni lo usará con prudencia, sino para divertirse de manera anónima a costa de otros (la vieja diferencia entre “reírse de” o “reírse con”).

Hay quienes creen que el trabajo del artista es el de mero amanuense, un médium, la herramienta indispensable para que las historias pasen del limbo a la materia –un mal necesario–, y que mientras menos se note su presencia, más perfecta será la obra. Enfrente están los que creen que es un demiurgo omnipotente, entre cuyas prerrogativas se encuentra la de poder tener a sus personajes para el cachetazo, sólo por el capricho de contar una historia a gusto. Aquí se ubica el beduino revivido y también los directores. Como se les criticó a los hermanos Coen más de una vez, o a ellos mismos en El hombre de al lado, estos otros hermanos (los Cohn-Duprat) usarán a su personaje para dar con otro, Ernesto, el protagonista de Querida, voy a comprar cigarrillos..., y por su intermedio manipularlo y demolerlo no con uno sino con varios destinos crueles. Ernesto es un hombre aplastado por más de 60 años de una vida rica en frustraciones, a la que los directores, a través de un narrador –Alberto Laiseca, actuando magistralmente de sí mismo–, se permiten calificar de mediocre. Que es cierto: tal vez su vida y Ernesto mismo sean mediocres pero que, también tal vez, sea una conclusión a la que el espectador podría llegar por sí mismo. Claro que la calificación abierta de mediocridad permite un desborde de humor negro y áspero al respecto, y aquí es donde se sospecha el abuso. Como si el juego fuera maltratarlo, aquel beduino del comienzo encuentra a Ernesto en su pueblo y le propone regresar en el tiempo, a la fecha que él desee, para volver a vivir 10 años de su vida de la manera que mejor le parezca. En ese lapso, en la actualidad apenas se demorará lo que tarde en ir a comprar cigarros al quiosco (de ahí el título). A cambio recibirá un millón de dólares. Ernesto volverá a distintos pasados, siempre dando muestras de ineptitud, cobardía y otros defectos. Pero lejos de no tener salida, pareciera que fueran los propios directores quienes se las esconden con malicia, sólo para disfrutar con sus derrotas: es una burla y no una crítica a la mediocridad.

Cohn y Duprat se suben al vértice de una pirámide de depredadores, dedicándose a ver y disfrutar de la paja en el ojo ajeno. Debajo de ellos viene el narrador, que no duda en reírse de la mediocridad de Ernesto, pero también del beduino, quienes, con poder en sus manos, también ellos sólo atinan a maltratar a los demás. El resucitado abusará de Ernesto y éste, de todos aquellos a quienes crea que han colaborado en el pasado para castigarlo con un presente infeliz. El resultado es una comedia efectiva, pero amarga (amarguísima), en la que los directores vuelven a lucirse, sacando a actores como Emilio Disi y Darío Lopilato (quienes interpretan a Ernesto en diferentes etapas de su vida) de sus estereotipos televisivos, para redondear interpretaciones muy interesantes. Mención aparte para las conocidas dotes histriónicas de don Alberto Laiseca, que con su tono entre rural y sádico consigue contar con gracia las crueldades más arbitrarias.

viernes, 6 de mayo de 2011

Dijo la prensa:

"Cohn y Duprat siguen siendo de lo más originales"
Pablo Scholz, Diario Clarín

"Una película audaz, llena de búsquedas e ideas"
Diego Battle, Otroscines.com

"La dupla de directores se consolidó a fuerza de creatividad"
Oscar Ranzani, Diario Página/12

"Una comedia efectiva, en la que los directores vuelven a lucirse"
Juan Pablo Cinelli, Diario Página/12

"Un film con muy buenas ideas"
Gustavo Castagna, Diario Tiempo Argentino

"Un estilo y tono para aplaudir de pie"
Emilio Basile, Escribiendocine.com

"Una película un poco triste y divertidísima"
Marcelo Panozzo, Revista El Amante

jueves, 5 de mayo de 2011

Hoy sensacional estreno



Clarín Espectáculos

Hoy es nota de tapa el estreno de Querida, voy a comprar cigarrillos y vuelvo, dirigida por Mariano Cohn y Gastón Duprat, protagonizada por Eusebio Poncela, Emilio Disi, Darío Lopilato y Alberto Laiseca, autor del cuento original.



Para leer la nota principal y las notas complementarias pinche aquí.

martes, 3 de mayo de 2011

Al cine con Lai

Este jueves se estrena la película Querida, voy a comprar cigarrillos y vuelvo, dirigida por Mariano Cohn y Gastón Duprat, basada en un cuento de Laiseca quien, además, participa en el film. En esta entrevista más detalles (click).