miércoles, 30 de noviembre de 2011

"ESTOS CUENTOS SON UNA ESPECIE DE AUTOBIOGRAFIA"


Los "Cuentos Completos" de Alberto Laiseca reúnen más de cuarenta años de una narrativa inclasificable que abarca historia, ciencia, astrología, estudios esotéricos y estrategias de guerra, configurando un género literario que tiene nombre propio: realismo delirante.

"Mis cuentos se fueron haciendo más complejos con el paso del tiempo -dispara Laiseca a Télam-. Releyendo el libro me di cuenta de algo que no había pensado: además de ficción, estos cuentos son una especie de autobiografía de los momentos que viví escribiéndolos, empezando por el más viejo, `Mi mujer` (1973). Son cuarenta años de literatura a partir de ahí".

El volumen, publicado por ediciones Simurg, incluye trabajos de "Matando enanos a garrotazos"; "Gracias Chanchúbelo" y "En sueños he llorado", que se suman a los reunidos en antologías y a quince inéditos que testimonian, en conjunto, la extensa y particular producción cuentística del autor de "Los Sorias" (1998), una de las novelas más importantes -y la más larga- de la literatura argentina.

- ¿Cómo es el proceso de construcción del cuento, a diferencia del de la novela?
Una novela presenta otras complicaciones: es más larga, más compleja, hay que mantener un ritmo; por lo general, el cuento tiene menos exigencias. Escribir novelas es un trabajo de largo tiempo, entre estudios y revisión, pueden pasar años.
Esto nos lleva a la famosa pregunta de cuál es la diferencia entre novela y cuento, a la cual he respondido en muchas oportunidades: no sé. Sé que algo mío puede estar bien escrito, pero no sé por qué.

- ¿Hay alguna teoría del cuento que te interese?
Hay muchas teorías del cuento, pero no creo que funcione ninguna sin estimular la imaginación. A eso me dedico en mis talleres, hace más de 20 años: doy un tema que sirve como disparador, un punto de partida que quizás no se le ocurriría al alumno; no me pongo en papel de dictador, dejo trabajar, pero propongo una base.

- ¿Qué cuentos te han marcado?
En mi obra influyeron principalmente novelas, pero si de cuentos hablamos, voy a uno que siempre leo en mis clases del Centro Cultural Rojas: "La caída de la Casa Usher" (1839), de Edgar Allan Poe. Pero no solamente se los leo a mis alumnos; nos detenemos en cada aspecto del cuento; por ejemplo, en el uso de las comas, que remite, por su manejo del tiempo, a una composición de Johann Sebastián Bach. Poe nació, vivió y murió en la primera mitad del siglo XIX, y los primeros esbozos de arte abstracto nacieron en la segunda mitad: ese cuento anticipa obras venideras, como la composición atonal.

- ¿Y otros autores?
Oscar Wilde ha sido importante para mí, sus cuentos son muy completos, con un gran dominio de la paradoja. "Otra vuelta de tuerca" (1898), de Henry James, llegó relativamente tarde a mi vida; James era estadounidense, sin embargo, esa novela -que parece un cuento-, es absolutamente inglesa: ahí encontramos una gran estructura.
Las novelas de Tolstoi son, sin dudas, sus obras más fuertes, "Guerra y Paz" y "Anna Karenina"; sin embargo, tiene algunos cuentos increíbles como "¿Cuánta tierra necesita un hombre?" (1886); los he leído a todos, son obras maestras. Por eso no es algo incompatible, se puede ser un incomparable novelista y un incomparable cuentista".

A cada uno de mis cuentos los escribí en un período duro y trágico, así parecería que mi vida no ha tenido alegría, lo cual es falso; pero sin embargo, es verdad que cada partícula de felicidad la tuve que pelear sólo con un escudo y una masa con pinchos, de esas que usaban en la Edad Media. No hay un solo cuento que no tenga algún aspecto autobiográfico.

"Mi mujer" -escrito bajo el seudónimo de Dionisios Iseka-, es un cuento que siempre recuerdo, es algo que sólo puede escribir un solitario. Más adelante está "El Castillo de las secuestraditas, que es una especie de guión literario, tengo el sueño de que se lleve alguna vez al cine.

- ¿Qué opinión le merece la adaptación cinematográfica de su cuento "Querida voy a comprar cigarrillos y vuelvo"?
Me gusta mucho esa película, soy bien consciente de que le cambiaron muchas cosas, pero eso no me molesta; no soy de esos que ponen el grito en el cielo porque le cambiaron algo, al contrario, se enriqueció la obra; es muy buena la película.

- ¿Qué autores nacionales le interesan, nuevos o clásicos?
Me interesan Leonardo Oyola y Alejandra Zina, también Selva Almada, y Sebastián Pandolfelli, quien no ha publicado y tiene cosas geniales; Juan Guinot también. Después, los viejitos como yo, Aira, Piglia y Fogwill, que se nos murió, alguien inolvidable.

- Muchos comienzan a escribir y tienen inquietudes de cómo seguir, ¿Qué le diría Laiseca a todos ellos?
Stephen King escribió un libro genial que no es de ficción, "Mientras escribo" (2000), me sorprendió porque ahí dice dos de las tres cosas que siempre les digo a los que me preguntan sobre escritura; él dice que no hay ninguna isla llena de ideas a donde ir, la única solución es escribir más y leer más. A esas dos cosas yo le agrego una: vivir más".

Yo tuve mucho miedo a vivir, tanto que un día llegué a la conclusión de que me iba a morir de miedo, joven. Entonces me dije que mejor era morirme tratando de vencer día a día al miedo, haciendo una obra. En este mundo basta que quieras hacer realmente una cosa para que tengas a todos en tu contra. Hay que largarse a nadar sin saber nadar. En realidad, es una lucha que nunca termina, sólo cambia de forma.


Télam

viernes, 25 de noviembre de 2011

En el blog de Eterna Cadencia

El libro en la pizarra ::

Una copa de amontillado

Agradecemos a la editorial independiente 13 x 13 que nos cedió el prólogo de Alberto Laiseca a las cuatro obras de E. A. Poe reunidas en The Stylus: “A todas estas ‘humoradas repelentes’ (según el decir de ignorantes críticos) me las inspira el humor de Mr. Poe, naturalmente. Yo lo leí mejor que otros”.

Por Alberto Laiseca

the stylus

Es para mí un misterio la razón por la cual el humor de Poe no tuvo continuadores. Se me dirá: “Cada escritor tiene su propio sentido del humor. Caso contrario nos andaríamos imitando unos a otros”. Cierto. Pero podrían existir aproximaciones, afinidades. No las hay. Al contrario: el sentido del humor de Edgar Allan Poe despierta hostilidad. Para muchos (y lo incluyo yo a Julio Cortázar) lo suyo no es más que muecas horripilantes o sonrisas de calavera.
Escribe Cortázar en sus comentarios a El Rey Peste: “Shanks ha visto aquí ‘una bufonada increíblemente estúpida e ineficaz’. Quizá cupiera ver también un gran fracaso; la primera mitad del relato es excelente, y la descripción de Londres bajo la peste parece digna de cualquiera de los buenos cuentos de Poe; pero hay algo de callejón sin salida al final…”. También cita Don Julio a Stevenson, archienemigo del humor de Poe: “Para R. L. Stevenson, ‘el ser capaz de escribir El Rey Peste había dejado de ser humano”. Un poco exagerado, ¿verdad?
Me llama mucho la atención que si bien la poesía y los cuentos de terror del Maestro son hoy universalmente admirados (a sus ensayos, incluso, si bien se los discute se los respeta), casi toda su obra satírica y humorística es vigorosamente negada. ¿Cuál es el motivo? Para averiguar las profundas razones yo debería ser Sigmund Freud. No lo soy, claro está, de modo que no aventuraré hipótesis psicológicas. Pero que el rechazo masivo me desagrada mucho es cosa clara.

Volviendo al Rey Peste. Los críticos parecen no comprender que precisamente en la segunda parte del relato Poe ha creado unos monstruitos originalísimos y deliciosos. Mi bestia preferida es la Archiduquesa Ana Peste: esa chica joven y horriblemente hermosa, en el último extremo de la tisis y la anorexia. Tiene, además, una nariz tan larga que le llega por debajo del labio inferior. ¡Una joya erótica! Yo, por mi parte, la tendría desnuda y atada por la nariz a una de las patas de mi cama, como si fuese un gallo rojo para que me proteja en mis sueños[i]. Por la mañana la desato y comienza su esclavitud sexual. Porque es mucho el placer que puede proporcionar una chica que no tiene nada que perder y sí mucho que ganar. Una piltrafita pateable, en suma.
A todas estas “humoradas repelentes” (según el decir de ignorantes críticos) me las inspira el humor de Mr. Poe, naturalmente. Yo lo leí mejor que otros.
Malevolencia y distracción en la lectura. R. S. Stevenson (según Cortázar) se enoja muchísimo con Poe porque en El pozo y el péndulo “el personaje no ose decir lo que vio en el fondo del pozo”. “Veía en eso ‘una impostura, un audaz e imprudente escamoteo”. ¡Pero si lo dice! De manera sutil, claro. Las ratas que pululan por la celda y que tienen su cuartel general en el fondo del Pozo son alimentadas por los monjes de carne humana. El horror del personaje al mirar en el fondo de ese abismo es porque comprende que los inquisidores lo han condenado a ser devorado vivo.
Supongo que debemos perdonar a Mr. Stevenson su incomprensión y mala lectura, porque después de todo es el autor de La isla del tesoro y de El extraño caso del hombre y la bestia. Pero lo perdonamos apenas. No deberíamos.
Por otra parte, a quien no le guste el sutil humor e ironía de Nunca apuestes tu cabeza al diablo ¿qué podríamos decirle? Nuestros labios enmudecen porque no se puede explicar el arte. El sabor tan particular del cuento es como el placer que proporciona una copa de amontillado. Yo, por mi parte, soy sumamente tolerante. A quien no le guste esta magnífica narración me limitaré a enterrarlo prematuramente. Quizá el filoso péndulo. O tal vez precipitarlo de cabeza en un torca repleta de ratas; otrosí (como diría un legista) podemos llenarla de gatitos negros hambrientos, que se harán con él un festín. Shaka zulu…
La filosofía de la composición. Nadie le ha creído a Poe cuando nos asegura que creó El cuervo de una manera absolutamente reglada, calculada, matemática. Yo tampoco le creo. Por cierto mucho de lo que dice es verdad. Todos tenemos, antes de empezar una obra, un plan de trabajo. Este sufre las modificaciones que necesite. Gran parte de las transformaciones se deben a nuestro pasado (que enriquece) y a los impulsos subconscientes. Estos, por su parte, son imposibles de reglar. Si se pretendiera dirigir lo que surge abajo, sólo lograremos destruirlo.
A todo esto Poe no debió ignorarlo. Entonces, ¿por qué escribió lo que escribió? Para contestar esto debemos examinar al autor y a sus contemporáneos. Poe era muy poco comprendido en la Norteamérica de aquel entonces. De no ser por un francés (Baudelaire) quizá la obra de este Maestro no hubiese llegado a nosotros. O como dice La Odisea: “Llegarás a Itaca, pero tarde y mal”.
La negación y la continua pobreza pueden afectar a un genio. La impotencia social suele producir arranques de omnipotencia literaria. Es como si él nos dijera: “Sepan que yo soy el Jefe Supremo de todo lo mío”. ¿Quién tiene la culpa de tales arranques? La sociedad estúpida que desgasta y aísla al supremo talento.
De todas maneras La filosofía de la composición está estupendamente escrito, enseña mucho porque no siempre se equivoca, y bien vale la pena leer estas páginas disponiéndose al placer.
Berenice. Quizá sea el cuento más espantoso de Poe. Será por eso que me gusta tanto. El autor decidió quitarle un fragmento para las sucesivas ediciones, cosa que es vigorosamente aprobada por Cortázar. Según él, al restarle ese trozo, el cuento mojoró mucho. Yo no opino así. Por el contrario la obra pierde. En el original, antes de la mutilación, Egeus se acerca al ataúd donde Berenice está siendo velada. El personaje ve que la “muertita” mueve uno de sus deditos. Se calla la boca y deja que la entierren viva. Es un pasaje importantísimo. En cuanto al morbo del fragmento suprimido: no me asusta, es parte del tono de obra y, como todo lo que escribía nuestro genio, memorable.
El final de Berenice es horripilante, como las memorias del burro parlante. No puedo hablar de esto, por desgracia, porque privaría al lector de una agradable sorpresa sádica. Sólo una cosa y aquí paro: cuando Egeus arranca el sudario de la muertita, ella, por consiguiente, queda “desnudiya”. Pero está tan bien escrito y con tanto disimulo, que uno puede pasar décadas antes de comprenderlo.
¿Y por qué la desnuda a su primita? A quien se atreva a efectuarme esa pregunta le contesto muy enojado: usted es un caso perdido desde el punto de vista de la virtud perverso/polimorfa. Lo hace para que las horribles cosas que piensa efectuarle a continuación sean más eróticas. ¿Pero es que acaso tengo que explicar todo? Joderse, dijo el Virrey (como decía mi tío Enrique).




[i] Cuenta García Márquez que el dictador Anastasio Somoza jamás se iba a dormir si antes no ataban a su cama a un gallo de ese color.

martes, 1 de noviembre de 2011

El viernes 4 de noviembre en Rosario

Diario La Capital, de Rosario
Laiseca y una noche de terror

Una cita con el miedo. Eso es lo que promete el Centro Cultural Bernardino Rivadavia para el próximo viernes a las 20.30, cuando Alberto Laiseca regresará a Rosario para ofrecer Cuentos de Terror, un espectáculo donde el gran escritor presentará sus versiones de "La caída de la casa Usher", el clásico de Edgar Allan Poe, y de "La madre y la muerte", cuento tradicional alemán.

Nacido en Rosario el 11 de febrero de 1941, Laiseca pasó su infancia en Camilo Aldao, en el límite entre las provincias de Córdoba y Santa Fe. Según dice en "la guarida del monstruo", su blog, "trabajó en diferentes oficios en distintas provincias: fue cosechero, empleado telefónico, corrector de pruebas de galera en el diario La Razón". El ciclo Cuentos de Terror, que hizo en I-Sat, y la monumental novela Los Sorias lo constituyeron en un autor de culto, además de sus diecinueve títulos, que incluyen la reciente edición de Cuentos completos.

"Poe estaba convencido de que su mejor relato era Ligeia. Disiento con él en este aspecto: su obra mayor es Usher, que es una pieza maravillosa, colmada de imágenes, detalles y símbolos, y con un clima único", dijo Laiseca, a propósito de uno de los relatos que presentará en el Bernardino Rivadavia, con entrada libre y gratuita.

sábado, 17 de septiembre de 2011

Un café con Usher


El pasado 16 de septiembre Alberto Laiseca inauguró la nueva temporada del Café de la SEA (Sociedad de Escritoras y Escritores de la Argentina), con el comentario y posterior narración de La caída de la casa Usher de Edgar Allan Poe. "Poe estaba convencido de que su mejor relato era Ligeia. Disiento con él en este aspecto: su obra mayor es Usher, que es una pieza maravillosa, colmada de imágenes, detalles y símbolos, y con un clima único”, destacó el autor de Beber en rojo (Drácula), antes de la recreación del cuento. La actividad se desarrolló en el auditorio Francisco Madariaga de la sede de la SEA (Bartolomé Mitre 2815), y en la ocasión leyeron Ana Arzoumanian y Liliana Heer.


Enviado especial José María Marcos

martes, 13 de septiembre de 2011

En la SEA



El viernes 16 de septiembre Alberto Laiseca cuenta La caída de la casa Usher, de E.A. Poe, en la Sociedad de Escritoras y Escritores de la Argentina, a las 19.00 [Bartolomé Mitre 2815, 2°Piso, Of. 227].

martes, 30 de agosto de 2011

Hoy en La Voz del Interior

Alberto Laiseca, experto en miedos

Alberto Laiseca viene a hacer una de las cosas que mejor le salen: leer cuentos de terror. La cita con el destacado escritor es el jueves, en la presentación de “Ciudad X”.

Por Javier Mattio
Las sombras, el bigote, el humo tenebroso del cigarrillo y el relato que avanza inclemente, sin efectismos ni sobrecargas: eran mínimos los recursos de los que se servía Cuentos de terror, el ciclo en I.sat que protagonizaba Alberto Laiseca, para cautivar al espectador. Aunque su obra literaria ya era profusa, el programa televisivo sirvió para proyectar la curiosa figura del escritor argentino hacia un público diverso, desplazamiento audiovisual que coronó con su papel genial y balbuceante en la película El artista.

Este jueves, como si se tratara de un singular bonus-track de Cuentos de terror, Laiseca vendrá a narrar en vivo y en directo al Centro Cultural España Córdoba (Entre Ríos 40) una de sus ficciones de horror favoritas, acompañando la presentación de Ciudad X.

Y no hay dudas de que hay algo primitivo y visceral en ese arte de “contar un cuento”, práctica que trasciende la lectura y la escritura para desplazarse hacia terrenos más “teatrales”, sin abandonar el hechizo hipnótico que despierta cualquier narración; más aún si ese relato es La caída de la casa Usher, de Edgar Allan Poe. “Es una obra maestra –opina Laiseca–. Es la mejor de las obras de Poe, a pesar de que él creía que Ligeia ocupaba ese lugar”.

Si bien el imaginario del terror ha ido renovando sus pesadillas decimonónicas, Laiseca advierte que el género siempre acusó un aura universal: “Yo admiro muchísimo a Stephen King, él es moderno, contemporáneo, pero el terror es siempre clásico. El Resplandor transcurre en una casa encantada, el Overlook Hotel, y tiene los mismos lineamientos de cuando se contaban historias sobrenaturales sin saber leer ni escribir, alrededor de la fogata. El terror es un regreso a las fuentes, al susto primigenio”, comprueba.

¿Y qué hay de su alter ego, el Conde Laisek? ¿Ayudó a cimentar una imagen oscura de Laiseca? “Yo embromo diciendo que soy el Conde Laisek, es parte de la imagen, del cartel –dice–. Soy un tipo sencillo, no me gusta hacer sufrir a la gente ni que me hagan sufrir, a pesar de haber escrito El manual sadomasoporno. Eso fue más bien un juego,Tal devoción por lo lúdico es lo que lleva a Laiseca a ser autor y actor, sin filtros ni afanes “experimentales”. “No hay ninguna contradicción en ser ambas cosas –opina–, yo siempre he dicho que si el escritor es bueno, es actor aunque no lo sepa. Es actor en sus personajes, al escribirlos. De la literatura a la actuación hay un paso muy cortito. Hay que animarse a darlo, nada más”.

Una larga historia
Aparte de sus recientes incursiones extraliterarias, Laiseca es un emblema de culto gracias a su monumental novela Los Soria, descubierta y apadrinada en su momento por Fogwill, César Aira y Ricardo Piglia. Fue gracias a ellos, dice Laiseca, que el libro (y el mito) se puso en marcha.

Hoy, la novela brilla como una solitaria hazaña maximalista, en tiempos en que la narrativa argentina se torna cada vez más breve. ¿Tiene su autor explicación para ese fenómeno de compresión textual? “Tal vez por la ausencia de lectores”, aventura. Y se explaya: “Hoy, ya sea por el uso de Internet o por los juegos electrónicos, los pibes, que son nuestros herederos, leen cada vez menos, y eso es preocupante para el arte y la imaginación”.

“Los escritores se desaniman y tratan de escribir cosas cortas”, sigue. “Pero se equivocan. Las novelas tienen que tener el tamaño que deben tener. Si usted tiene una cosmovisión, sin duda va a necesitar muchas páginas para expresarla. ¿Por qué cree que escribí una novela de 1.300 páginas? No podía desarrollarla con menos. Hoy, mucha gente carece de una cosmovisión”.

Laiseca acude a esa sabiduría de largo aliento para brindar sus talleres, de los que han surgido nuevos nombres que él reivindica: “Hay gente muy excepcional que ha salido de ellos, como Leonardo Oyola, Alejandra Zina o Selva Almada, a quien le presenté Una chica de provincias”.

–¿De dónde sale su vocación por la literatura “bastarda”?
–Leyéndola cuando era chico, advertí que en esa literatura bastarda había mil cosas geniales. Pero también he escrito novelas clásicas como la mujer en la muralla o La hija de Keops o Las cuatro torres de Babel. Los Soria sería una mezcla entre lo clásico y el rescate de lo bastardo.

–¿Qué rol cumple la historieta en esa “mezcla”?
–La historieta ha tenido una importancia enorme en mi vida. Cuando era chico leía algunas completamente delirantes, como Ocalito y Tumbita, que salían en la vieja Billiken, en la época en que la fundó Constancio C. Vigil. Era sobre unas ratitas que estaban en los zócalos y vivían aventuras que no tenían nada que ver con las historias que pasaban arriba, entre los hombres.

–¿A qué se dedica en estos días?
–A ganarme el peso. Mi novela sobre la guerra de Vietnam está detenida hace mil años, desde la baja Edad Media. No la puedo escribir por falta de tiempo, eso me tiene mal. Cada vez las cosas están más caras, y hay que trabajar el doble para ganar la mitad. Eso jode a la literatura.

–Usted se crió en Camilo Aldao, en Córdoba. ¿Tiene vínculos con el lugar?
–Sí, estuve hace poco. Es un pueblito de 5.000 habitantes al sudeste de la provincia, lo adoro. No es un lugar turístico, así que a nadie le recomiendo que vaya, porque ni siquiera tenemos hotel. De todos modos, la mayor parte de mi vida la viví en Buenos Aires.

domingo, 28 de agosto de 2011

Terror en Córdoba



El jueves 1 de setiembre, a las 19.30, Alberto Laiseca y sus cuentos de terror en vivo. En la ciudad de Córdoba [Entre Ríos 40], con entrada libre y gratuita.

martes, 23 de agosto de 2011

Monstruo suelto en Morón


Este viernes 26 de agosto, a las 19.30, Alberto Laiseca participará del Festival junto a la escritora Florencia Abbate. Concejo Deliberante, Alte. Brown 910, Morón.

viernes, 22 de julio de 2011

Hoy en ADN/ La Nación

Laiseca, el delirio al poder

La reunión en un solo volumen de todos los cuentos del desmesurado narrador argentino permite vislumbrar los alcances de una obra original y clarividente.


Por Martín Lojo
LA NACION

En el capítulo 131 de Los Sorias (1998), los linyeras del país de Tecnocracia, considerados "animales mágicos" por el tirano Monitor, emprenden la titánica edificación de un "Falso Bayreuth", de mayores proporciones que el teatro original, en el que representarán la tetralogía wagneriana. Como es lógico tratándose de crotos, sus "haraposidades" utilizan chatarra, telas, arpillera, estopa, cajones para vino, velas y todo tipo de descartes. La empresa se lleva a término pero, por la precariedad de los materiales, el teatro se incendia por completo en la primera representación, al finalizar El ocaso de los dioses . Ese episodio es una metáfora precisa de los artilugios del "realismo delirante" acuñado por Alberto Laiseca (Rosario, 1941). Sus relatos toman como materia prima tanto obras canónicas literarias y musicales (Poe, Joyce, Mozart, Wagner) como "desechos" de la cultura: el cine clase B (el terror, la ciencia ficción, el policial), los best sellers, la pornografía, los dibujos animados, las historietas de superhéroes, los lugares comunes del habla y de la música populares, la divulgación científica, el ocultismo. Un punto de partida que comparte con numerosos autores locales que encontraron en el delirio un modo de escapar de la monotonía narrativa. Pero a diferencia del control que brinda el experimento vanguardista en que se amparan obras como la de César Aira, la escritura de Laiseca se pierde sin reparos en la búsqueda de una obra total y desmesurada, en la que cada acierto es el resultado de un avance arduo a través de sus obsesiones. Cuentos completos , que reúne sus esenciales tres primeros libros del género, Matando enanos a garrotazos (1982), Gracias Chanchúbelo (2000) y En sueños he llorado (2001), y agrega relatos más ligeros publicados en diversos medios o inéditos, ofrece un panorama exhaustivo de esa escritura que produce por igual la carcajada y el espanto, la fascinación y el desconcierto.

En un texto de 1983, Fogwill atribuía a la obra de Laiseca las propiedades de un fractal: una forma hipercoherente en la que todos los niveles reproducen la misma estructura. Una misma morfología se repetiría en el léxico y la sintaxis, en la acción y la descripción. Tales características pueden comprobarse en un texto como "Terriblemente, ferozmente, horriblemente", en el que el autor de Matando enanos a garrotazos responde a la mítica admonición que se le adjudica a Borges sobre ese libro ("¿qué se puede esperar de un tipo que empieza en gerundio el título de su obra?") con una declaración de guerra: "Dedicando, entonces, éste, un mi cuento, a los enemigos de siempre. Aquí les ofrezco no sólo gerundios los tales, sino adverbios, frases germanizadas, comas antes de verbo, rimas, hiatos y disonancias de las más pura y clásica cepa roman atonal". Con tal propuesta beligerante, Laiseca borra los límites de la "mala escritura" y crea la extrañeza de un ritmo "exótico" (cuentos hindúes, arábigos, chinos), afecto a producir colisiones semánticas como el encuentro, en un mismo párrafo, de nombres como Biko Peter Gabriel, Gancho Gelatinoso Formol y Robert McNamara. El resultado es la creación de una lengua lujuriosa y barroca "a garrotazos", la forma ideal para narrar historias prodigiosas.

Laiseca reescribe leyendas populares como la mujer sepultada viva de "La verdadera historia de la Mujer de Blanco" o el perro-rata de "El Bobi"; escribe, en "El cuarto tapiado", un cuento de terror total que incluye fantasmas y mansiones góticas, científicos locos, tumbas egipcias y golems; crea una religión hindú de ratas mafiosas en "El poeta Charán" y mezcla casos policiales y zombis en "Perdón por ser médico". Pero algunas de sus obsesiones se destacan y evidencian que su búsqueda va más allá de la mera hipérbole humorística. Discípulo industrioso de Sade, el maestro Lai explora torturas extremas y perversiones que estremecerían a los lectores más osados. Es ejemplar "La isla de los cuatro juguetes", en el que una joven sometida a la represión de su madre se venga convirtiéndola en su esclava sexual, con la complicidad de su padrastro, violador y amante. Como aclara en "Trilogía misógina", no se trata tanto de sadomasoquismo como de "horror y desesperación", y la violencia de estos "cuentos edificantes" tiene un fondo de justificación moral que desenmascara la represión como origen de la crueldad.

Las obsesiones que ocupan sus mejores relatos son, no obstante, las del poder, la guerra, la ciencia y la técnica, las fuerzas de la civilización que hacen al hombre víctima de sus deseos. Entre sus gigantografías, Laiseca imagina la construcción de máquinas de guerra, un tanque y un buque-ciudad-torre de tales dimensiones -más de mil metros de largo y más de quinientos de ancho- que precisan más de treinta mil hombres para ponerlas en funcionamiento y resultan, por supuesto, completamente inútiles por su incapacidad operativa. Inventa una máquina para viajar en tornado que pulveriza a su tripulante en el viaje inaugural. Narra rebeliones militares obstinadas que condenan a la autodestrucción. Una expedición a la tumba de Tutantchaikovsky despierta la ira de la momia de Mozart, y la "escalación de la gran madera" descubre que el gigantesco monolito emplazado en una llanura arenosa no es el resto de una civilización perdida ni un artefacto extraterrestre, sino "simplemente, un lugar a medio hacer".

Cuando narra el fracaso de proyectos colosales, Laiseca logra sus páginas de mayor belleza plástica. Tal es la última visión del tripulante de la nave de "Viaje en tornado": "En cierto momento pasó por un estanque lleno de peces color sangre, y llevóse toda el agua y su contenido. Los animales ahora giraban junto al cuerpo del titán. No habían tenido tiempo de morir y circulaban por su nuevo elemento siguiendo las trayectorias de las líneas de fuerza, como glóbulos rojos marchando en torrente por las venas". Algo semejante ocurre con la explosión de forma y color de las plantas mutantes de "El jardín de los monstruos magnetofónicos".

Como dice el croto Moyaresmio Iseka, el objetivo es "vislumbrar la verdad a través del dislocamiento de las exageraciones". La carcajada crispada que despierta el delirio de Laiseca es el reconocimiento de que su lógica absurda, apenas aumentada por un lente deformante, es idéntica a la de los inútiles esfuerzos de toda civilización por dominar el destino y vencer la muerte.

El humor es un exorcismo contra el triunfo seguro de la entropía y el Anti-ser. En el cuento "Los santos", los habitantes de una ciudad alcanzan la gracia divina dedicando su vida a actividades inútiles, pero realizadas con minucia religiosa. Uno recopila hechos insólitos, otro estudia la magia teórica, otro lee enciclopedias; uno construye, solo, la Gran Muralla China; otro, la Gran Pirámide. El guardián de la ciudad explica al visitante: "El error consiste en tomar a estos hombres como excepciones. Es tarea común a los humanos, sólo que tales trabajos por lo general son parciales e invisibles. Le hablé de lo poderoso de la tentación. Aun así dominarla no resulta irrealizable: basta con rechazar el espejismo desértico para que la arena deje de crecer a costa de la tierra. Sin trabajo interior el hombre se convierte en santo automáticamente. No porque esto sea lo natural, sino a causa de que hoy el mundo está lleno de incentivos y catalizadores en esa dirección". Este relato resume la ambición de la obra de Laiseca: captar tanto el horror como la belleza de los vanos, amorales e irracionales esfuerzos de la humanidad por extender los límites de su dominio. "Más allá: la nada, con todos sus abismos."

ADN LAISECA

Los Sorias, su legendaria novela de 1323 páginas, tardó dos décadas en ser publicada. El derrotero editorial de Alberto Laiseca (Rosario, 1941) tuvo una suerte errática, aunque con los años su populosa obra fue viendo la luz. Entre sus novelas se cuentan La mujer en la muralla (1990), El jardín de las máquinas parlantes (1993) y El gusano máximo de la vida misma (1999). También publicó Poemas chinos (1987) y el ensayo Por favor, ¡plágienme! (1991).


Cuento: "El jardín de los monstruos magnetofónicos". En este relato, originalmente publicado en Matando enanos a garrotazos, Laiseca pone en escena un alucinante experimento con ecos kafkianos.


viernes, 15 de julio de 2011

Laiseca en el Clarín de hoy

"Yo siempre respeté la realidad: es lo único que tenemos"

El creador del realismo delirante festejó la edición con risas y sala llena.

PorGabriela Cabezón Cámara





MAESTRO CONTENTO. ALBERTO LAISECA, EN SU PRESENTACION DEL MARTES.

"Nunca tuve un alumno tan malo como era yo cuando empecé” dice Laiseca, con los ojitos achinados y los bigotazos casi pegados a las orejas de tan sonriente, impecable y feliz: es martes a la noche, está en la Casa de la Lectura y está presentando sus Cuentos Completos (Simurg) ante una sala llena. Sigue, con esa forma de hablar tan suya, en la que se interroga, “¿Por qué te dedicaste a la literatura entonces, Laiseca?”, y se contesta, “Se lo dijo Mijail Sergeievich, el último premier soviético, al pueblo ruso: ‘ya no tenemos lugar a donde retroceder’. Sin saberlo, acuñé la frase antes que Gorbachov. ‘No tenés más remedio que ser genio’, me dije”. Es que dejó todo para dedicarse a la literatura: la carrera de ingeniería, la mensualidad paterna, la posibilidad de volver a casa. Terminó de cosechero, en Mendoza. Y ahí empezó un camino largo y tan original como la obra que logró construir: ya en Buenos Aires, fue personal de maestranza en un banco. Y se hizo amigos. Entre ellos, un escritor en las antípodas de su estética, Osvaldo Soriano. “El me ayudó mucho a mí, a publicar mi primera novela, Su turno , por ejemplo. Nos admirábamos mutuamente, pero ninguno influyó en la obra del otro. Sin embargo, cuando leí Una sombra ya pronto serás , vi que habíamos llegado a lo mismo: ese tipo con traje y valija en el medio de la desolación, “como un error de la naturaleza”, dice el Gordo, esos tres militares que se dan órdenes entre ellos porque no tienen ejército, ni balas, ni nada: eso es realismo delirante”.

El realismo delirante es un invento de Laiseca, el modo en que define su literatura. “Siempre respeté mucho la realidad: es lo único que tenemos. El delirio debe estar al servicio de la realidad. Cuando a Oscar Wilde le publicaron El retrato de Dorian Gray , hubo quien lo acusó de ser excesivamente paradojal. El tipo dijo, ‘bueno, tiene razón, soy paradojal en exceso: sucede que me gusta ver la verdad en la cuerda floja, para ver cómo funciona’. Y yo podría decir lo mismo del realismo delirante, es cómo poner la realidad un poco sobre la cuerda de Wilde, para ver cómo funciona”. Para eso estudió, y ahí están las raras erudiciones de Laiseca: sabe, mucho, de poesía china. De física teórica, de teoría de la guerra, de astrología, de mecánica, de historia antigua, de películas de terror y pornográficas, de cuentos de hadas y de química.

Podemos decir que sus realidades delirantes funcionan de una manera deslumbrante: si alguien duda, lea estos Cuentos Completos . O Los Soria , la mítica novela donde el escritor pone en cuestión el poder. Un tema que atraviesa toda su obra y se relaciona con el único relato que hace que se le caigan los bigotes: su infancia sin mamá, sometida a la indiferencia del padre y al sadismo de algunas “sirvientas malas”. Pero los bigotazos vuelven a subir cuando cuenta la única batalla que le ganó a una de ellas, la que, cuando se enojaba, le pegaba y le gritaba: “Pero qué te has créido ”. El era chico, pero notó el cambio de la acentuación y se burló: “Pero Mária , ¿qué me decís?”, gritó a su vez. Y ella se avergonzó y lo dejó ir en paz.

miércoles, 13 de julio de 2011

Hoy presentación de los Cuentos Completos





Ediciones Simurg y Casa de la Lectura
invitan a la presentación de los

Cuentos Completos
de
Alberto Laiseca

a cargo de Walter Iannelli y el autor

Miércoles 13 de julio, 19.30 hs
Casa de la Lectura
Lavalleja 924
(entre Jufré y Lerma, Barrio de Palermo)

martes, 14 de junio de 2011

La Gaceta de Tucumán

"Internet es un invento del Príncipe de las Tinieblas"

Laiseca, uno de los más originales escritores de la literatura argentina y el autor de la novela más larga que haya publicado un narrador de nuestro país, advierte los riesgos de la "red de redes" sobre los niños pero destaca las posibilidades que ofrece la televisión. Ataca el prejuicio que afecta a los best sellers, rescata a Stephen King y afirma que a Borges le faltó vivir.
Por Martín Mazzuco, para LA GACETA - TUCUMAN.

Cuando uno se topa con una imagen de Alberto Laiseca, piensa que ese hombre de figura imponente y bigote protagonista: debe ser un pescador de salmones en un fiordo noruego, que lucha contra bravos mares y gélidos vientos; o un escritor. Y uno no se equivoca, porque Alberto Laiseca es lo segundo. Y en el sentido estricto del término: es un escritor, un narrador, un hombre que batalla con las palabras y la sintaxis hasta crear un mundo que, por lejos, es de los más originales en la literatura argentina. Ya sabemos que la originalidad no es un mérito en sí misma, pero en el caso de Laiseca, cubre como una mantilla celosa tanto la genialidad como el trabajo, que sí son encomiables. Pactamos una entrevista telefónica. Va a realizarse durante tres noches. No serán tantas como las de Sherezade en Oriente, pero tendrán también su encanto. Yo preguntaré desde la noche en Tucumán, y él me responderá desde su departamento en Buenos Aires, con voz de megalito, de dragón pacífico. En medio de ambos, su obra y sus ideas. Entre otras cosas, hablaremos de Los Sorias. Para quien no esté al tanto, es su obra maestra: un monumento de 1.500 páginas que tardó varios años en publicarse. Una novela que recorre los temas típicos de la literatura, pero bajo formas tan propias, que demuestra al lector una cosa: no sólo es el contenido; en la forma está también la belleza. En la iglesia del barrio se adora a Cristo, como en la Catedral de Chartres, pero no podemos negar que la segunda tiene una belleza inalcanzable para la primera. Con Los Sorias pasa lo mismo: ya hemos leído sobre el poder, el amor, la humanidad, pero nunca en estos moldes. Nota completa aquí.

lunes, 13 de junio de 2011

Laiseca, el hermano delirante de Borges



En la selva de los gerundios

Oportuna, una edición de los Cuentos completos de Alberto Laiseca no sólo pone al alcance de nuevos lectores una obra que viene proliferando por el mundo subterráneo de la literatura argentina, sino que permite ver en perspectiva la coherencia de su desarrollo. El hermano más delirante de Borges empezó un largo camino con Matando enanos a garrotazos, camino que se volvió laberinto, pasadizo y selva de palabras.


Por Damian Huergo

El primer libro de cuentos de Alberto Laiseca, Matando enanos a garrotazos, publicado en 1982, arranca con un nota de autor que recomienda a los lectores “tomad un hierro (un garrote de fresno, un trinchante o cualquier otra cosa), y penetrad alegremente en las selvas de estos trece cuentos”. Por azar o por un acierto de edición, la misma nota sirve de preámbulo para los Cuentos Completos que acaba de publicar Simurg. Sin embargo, a poco de andar, el lector presiente que la nombrada selva apenas es el árbol que cubre más de seiscientas páginas de flora y fauna salvajes. Y, por lo tanto, atisba que para avanzar en esa jungla –donde, entre muchos otros personajes, acechan un bey que emparedó vivas a sus amantes, una gorda suicida que busca asesino sádico por Internet y demonios con múltiples máscaras humanas– deberá procurarse de un armamento mayor al indicado; o, en el mejor de los casos, tan sólo de un cómodo sillón, buena luz y tiempo para darse un viaje –ya sea lisérgico o como espacio temporal– por el planeta Laiseca.

En uno de los relatos compilados en este volumen, dos escritores crotos debaten sobre el título que uno de ellos le pondrá a su primer volumen de cuentos. Luego de varias posibilidades donde se burlan y celebran –por igual– a gran parte de la literatura y el cine occidental del siglo XX, ambos acuerdan en llamarlo Matando enanos a garrotazos. La escena hace hincapié en la redondez del título del primer libro de cuentos de Laiseca. Allí, en la sintaxis que forman sólo cuatro palabras, como si fuese una píldora que condensa una decena de propiedades, pueden rastrearse las claves de su literatura: uso de gerundios, argumentos absurdos, una moral que desborda el cinto de la norma y el sembradío de pistas falsas que no contribuyen, en el sentido clásico, a la historia que se está contando. Tal como sucede en su primer libro, donde desfilan viejas vejadas, milicos torturadores, crotos dandies, pero –pese al título– ningún enano, ni duro en el jardín ni con la cabeza abollada a garrotazos.

Su siguiente libro de cuentos, Gracias Chanchúbelo, fue publicado en el 2000, luego de que hubiera pasado mucha agua y muchas páginas (en ese lapso publicó, por ejemplo, la monumental novela Los Sorias) bajo el puente. A pesar del tiempo transcurrido, entre ambos libros hay más continuidades que rupturas. Por ejemplo, la postura misógina iniciada en el políticamente incorrecto “El Checoslovaco”, donde el protagonista quiere matar a su mujer utilizando todos los artilugios de la violencia simbólica, es retomada en “Jack el Olvidador” por el –supuesto– asesino serial que atemoriza y desespera a las mujeres apretando sólo el gatillo de la indiferencia. En estos cuentos, al igual que en los que integran la Trilogía misógina, Laiseca entra en el terreno delicado y susceptible de la feminidad. Lo hace con un tono chistoso e hilarante que, como si fuese su caballo de Troya, le sirve para introducir en el seno del campo literario bien pensante ideas macabras, como que ciertas mujeres prefieren ser descuartizadas a ignoradas, o gags cínicos a lo Groucho Marx del estilo “ella había perdido su silueta. Encontró otra, pero más gorda”.
La literatura de Laiseca parece utilizar los moldes vacíos que dejó la extinción de Borges y los rellena a su antojo, como si fuese un hermano maldito que disfruta al burlarse de su semejante. La similitud se percibe en la estructura de los cuentos largos de En sueños he llorado, su tercer libro del género, y en el modo en que –ambos– inventan personajes de historias apócrifas, paralelas a la Historia con mayúscula. La diferencia está en el uso de los saberes enciclopédicos de cada uno. Allí donde Borges utiliza sus conocimientos literarios y filosóficos, Laiseca agrega teorías científicas, arqueología egipcia, magia negra, óperas de Wagner, cuentos de terror, cine porno sadomasoquista y delirio paranoico a granel. A la vez, otra diferencia se percibe en cómo conciben la organización del mundo. Si en la literatura de Borges es por medio de fuerzas cósmicas y ocultas, en la obra de Laiseca esos poderes salen de la sombra y exhiben sus artimañas tortuosas y complejas, tal como sucede en el magnifico “El poeta Charán” o en “La serpiente Kundalini”.

Cuentos Completos incluye el resto de la producción cuentística de Laiseca, desde “Mi Mujer”, publicado en el diario La Opinión en 1971, hasta el flamante “La verdadera historia de la Mujer de Blanco”, pasando por un puñado de inéditos y otros cedidos a diferentes antologías. Leídos en conjunto resalta el eje temático formado por el triángulo mujer-amor–dinero, como si fuesen elementos contaminantes que al relacionarlos borran todo atisbo de pureza posible. El tema es una constante en sus cuentos iniciales, como “Fábula del pobre y la bolsa”, y en recientes como “Querida, voy a comprar cigarrillos y vuelvo”, llevado al cine por los directores Cohn y Duprat.

Otra de las obsesiones del creador del realismo delirante es el desvelo de los escritores por lograr la obra magna. Como en su novela Aventuras de un novelista atonal vuelve al tema en los cuentos “Los Santos” y en “Gracias Chanchúbelo”, donde a un joven escritor se le cumple el deseo de escribir su obra máxima a costa de pagar el precio de que “nadie pueda leerla ni saber que exista”, como si fuese una metáfora de lo que le costó al mismo Laiseca publicar Los Sorias, su mítica novela de más de mil trescientas páginas.

Los cuentos de Laiseca están comunicados por túneles y calles oscuras con el resto de sus novelas y poemas. Los personajes saltan con naturalidad de un formato a otro como si estuviesen habitando las habitaciones de una misma casa. Cuentos Completos, al igual que la mansión donde se desarrolla el genial “El cuarto tapiado”, tiene pasadizos secretos y selváticos que llevaran al lector por distintos siglos y estilos. Se recomienda que vaya atento pero despreocupado. Y se le desea, como alienta la nota que inaugura el libro: ¡buena caza!

RADAR Libros, domingo 12 de junio de 2011.

martes, 7 de junio de 2011

En el suplemento Cultura, de Perfil, este domingo

"Yo delirio pero con realismo"
El autor de la novela más larga de la literatura argentina (Los Sorias) acaba de publicar sus Cuentos completos, que incluye quince textos inéditos. En esta entrevista habla de su vida, de la creación literaria, y de la influencia social de la literatura.

Por Fernando Molle


La morada del narrador. Por estos días, el escritor está buscando un nuevo departamento donde mudarse junto a sus dos perros, dos gatos y su particular biblioteca, cuyos volúmenes están todos forrados de la misma manera.

Desde sus dos metros de altura, Alberto Laiseca se inclina, saluda y hace pasar a una pequeña y no muy luminosa planta baja, con un patio en donde dos perros akita están echados con impasibilidad oriental. Gran biblioteca de libros forrados junto a la cama, donde dos gatas –madre e hija– sueñan ronroneando indiferentes al cronista. Una mesa grande, sobre la que se levanta una montaña literal de papeles donde cuesta apoyar el grabador. Se acaban de editar (en Simurg) sus Cuentos completos, que incluye los libros Matando enanos a garrotazos, Gracias Chanchúbelo y En sueños he llorado. Un aluvión cuentístico que cumple cuarenta años de vida, inaugurado con Mi mujer (publicado en La Opinión en 1971), y con la yapa de quince inéditos, algunos terminados este año. Al origen de esta voluntad de contar hay que rastrearlo en Camilo Aldao, el pueblo de Córdoba en donde Laiseca vivió sus primeros años. Una vida pueblerina desbordante de historias que complicaban el sueño. Laiseca dixit: “Yo me escapaba por las noches a lo de unas viejitas que vivían muy cerca. Y estas viejitas contaban cosas espantosas que según ellas eran verídicas. Que la luz mala, que el chancho sin cabeza. Y uno creía todas esas historias y se cagaba de miedo. Fue mi primer contacto con el terror”. Su padre no sólo le prohibía esos encuentros: también le escamoteaba los libros de Edgar Allan Poe, la otra gran revelación para el impresionable Alberto. “A mí nunca me asustó Poe; sí me fascinó siempre. Ha sido mi maestro. Nota completa aquí!

viernes, 27 de mayo de 2011

La voz del interior




El más amable de los monstruos, por Emanuel Rodríguez para La voz del interior

"Son las memorias del Conde", dice Alberto Laiseca acerca de sus Cuentos Completos. Su voz en el teléfono suena grave y cavernosa, como un eco un tanto impostado y divertido de una jocosa ultratumba. "Y usted sabe qué clase de conde soy". Laiseca juega con su nombre: es el Conde Laisek cuando cuenta cuentos, cuando adquiere esa especial caracterización de oscuro encantador, cuando juega con los claroscuros de su bigote. Para leer la nota completa aquí.

domingo, 15 de mayo de 2011

El editor


Laiseca y Gastón Gallo en la Feria del Libro



[Foto: Mica Hernández]

viernes, 13 de mayo de 2011

Laiseca en la Feria del Libro




El Monstruo charlando con el artista plástico Jorge Garnica, ilustrador de Cuentos Completos




Laiseca junto a Jorge Garnica, el editor Gastón Gallo y su bella esposa



[Las fotos son gentileza de María Soledad, a través de Garnica.]

domingo, 8 de mayo de 2011

Con la firma del Monstruo

Hoy Laiseca seguirá firmando libros en la Feria. A partir de las 17.00 en el Pabellón Azul, calle 7, stand 424. Excelente oportunidad para llevarse los Cuentos Completos dedicados por el autor.

La prensa sigue diciendo

Página/12, domingo 8 de mayo de 2011


La fábula del beduino y el mediocre

Por Juan Pablo Cinelli

El nuevo trabajo de la dupla constituida por los directores Mariano Cohn y Gastón Duprat (aunque virtualmente se trate de un trío: todas sus películas de ficción han sido escritas por Andrés Duprat, hermano de Gastón), Querida, voy a comprar cigarrillos y vuelvo, igual que las dos anteriores –El artista (2008) y El hombre de al lado (2009)–, trae nuevamente mucha sal en los bolsillos y tela para cortar. En sus trabajos anteriores, Cohn y Duprat presentaron algunos tópicos interesantes que no pasaron inadvertidos, y su tercera ficción renueva esa costumbre. Si en El artista se planteaba el problema de los límites del arte y los artistas, y en El hombre de al lado las preguntas eran sobre todo materia social, en su nuevo film insisten con un juego entre creación, creador y criatura, que no parece inocente. Una de las discusiones potenciales puede resumirse sencillamente: qué responsabilidad tienen un escritor, un pintor o, para el caso, un director de cine sobre sus personajes. ¿Son responsables de las circunstancias que atravesarán sus criaturas una vez liberadas a esos mundos de papel o celuloide? ¿Hasta dónde pueden permitirse intervenir en los hechos que vivirán o el modo en que van a hacerlo? Querida, voy a comprar cigarrillos... comienza en un lugar y quizá una época remota, con la historia de un mercader que es alcanzado y muerto por un rayo en el desierto. Por milagro, y refutando las leyes meteorológicas que indican que un rayo jamás cae dos veces en el mismo punto, el hombre es revivido por otra descarga. Igual que ocurría con Christopher Walken en La zona muerta, ese ir hacia la luz y volver le dejará un don. Pero lejos de Cronenberg, este hombre entre perverso y juguetón (como un chico) no vivirá ese poder como un castigo, ni lo usará con prudencia, sino para divertirse de manera anónima a costa de otros (la vieja diferencia entre “reírse de” o “reírse con”).

Hay quienes creen que el trabajo del artista es el de mero amanuense, un médium, la herramienta indispensable para que las historias pasen del limbo a la materia –un mal necesario–, y que mientras menos se note su presencia, más perfecta será la obra. Enfrente están los que creen que es un demiurgo omnipotente, entre cuyas prerrogativas se encuentra la de poder tener a sus personajes para el cachetazo, sólo por el capricho de contar una historia a gusto. Aquí se ubica el beduino revivido y también los directores. Como se les criticó a los hermanos Coen más de una vez, o a ellos mismos en El hombre de al lado, estos otros hermanos (los Cohn-Duprat) usarán a su personaje para dar con otro, Ernesto, el protagonista de Querida, voy a comprar cigarrillos..., y por su intermedio manipularlo y demolerlo no con uno sino con varios destinos crueles. Ernesto es un hombre aplastado por más de 60 años de una vida rica en frustraciones, a la que los directores, a través de un narrador –Alberto Laiseca, actuando magistralmente de sí mismo–, se permiten calificar de mediocre. Que es cierto: tal vez su vida y Ernesto mismo sean mediocres pero que, también tal vez, sea una conclusión a la que el espectador podría llegar por sí mismo. Claro que la calificación abierta de mediocridad permite un desborde de humor negro y áspero al respecto, y aquí es donde se sospecha el abuso. Como si el juego fuera maltratarlo, aquel beduino del comienzo encuentra a Ernesto en su pueblo y le propone regresar en el tiempo, a la fecha que él desee, para volver a vivir 10 años de su vida de la manera que mejor le parezca. En ese lapso, en la actualidad apenas se demorará lo que tarde en ir a comprar cigarros al quiosco (de ahí el título). A cambio recibirá un millón de dólares. Ernesto volverá a distintos pasados, siempre dando muestras de ineptitud, cobardía y otros defectos. Pero lejos de no tener salida, pareciera que fueran los propios directores quienes se las esconden con malicia, sólo para disfrutar con sus derrotas: es una burla y no una crítica a la mediocridad.

Cohn y Duprat se suben al vértice de una pirámide de depredadores, dedicándose a ver y disfrutar de la paja en el ojo ajeno. Debajo de ellos viene el narrador, que no duda en reírse de la mediocridad de Ernesto, pero también del beduino, quienes, con poder en sus manos, también ellos sólo atinan a maltratar a los demás. El resucitado abusará de Ernesto y éste, de todos aquellos a quienes crea que han colaborado en el pasado para castigarlo con un presente infeliz. El resultado es una comedia efectiva, pero amarga (amarguísima), en la que los directores vuelven a lucirse, sacando a actores como Emilio Disi y Darío Lopilato (quienes interpretan a Ernesto en diferentes etapas de su vida) de sus estereotipos televisivos, para redondear interpretaciones muy interesantes. Mención aparte para las conocidas dotes histriónicas de don Alberto Laiseca, que con su tono entre rural y sádico consigue contar con gracia las crueldades más arbitrarias.

viernes, 6 de mayo de 2011

Dijo la prensa:

"Cohn y Duprat siguen siendo de lo más originales"
Pablo Scholz, Diario Clarín

"Una película audaz, llena de búsquedas e ideas"
Diego Battle, Otroscines.com

"La dupla de directores se consolidó a fuerza de creatividad"
Oscar Ranzani, Diario Página/12

"Una comedia efectiva, en la que los directores vuelven a lucirse"
Juan Pablo Cinelli, Diario Página/12

"Un film con muy buenas ideas"
Gustavo Castagna, Diario Tiempo Argentino

"Un estilo y tono para aplaudir de pie"
Emilio Basile, Escribiendocine.com

"Una película un poco triste y divertidísima"
Marcelo Panozzo, Revista El Amante

jueves, 5 de mayo de 2011

Hoy sensacional estreno



Clarín Espectáculos

Hoy es nota de tapa el estreno de Querida, voy a comprar cigarrillos y vuelvo, dirigida por Mariano Cohn y Gastón Duprat, protagonizada por Eusebio Poncela, Emilio Disi, Darío Lopilato y Alberto Laiseca, autor del cuento original.



Para leer la nota principal y las notas complementarias pinche aquí.

martes, 3 de mayo de 2011

Al cine con Lai

Este jueves se estrena la película Querida, voy a comprar cigarrillos y vuelvo, dirigida por Mariano Cohn y Gastón Duprat, basada en un cuento de Laiseca quien, además, participa en el film. En esta entrevista más detalles (click).


lunes, 18 de abril de 2011

Monstruo completo



Alberto Laiseca publicó su primer cuento, "Mi mujer", bajo el seudónimo de Dionisios Iseka en el diario La Opinión el 19 de agosto de 1973, aunque su escritura estaba fechada casi dos años antes (29 de Octubre. 1971). Las páginas que el suplemento cultural le dedicó al joven escritor incluyen el anticipo de dos capítulos de la novela Su turno (que, por razones de mercado, fue publicada por decisión del editor con el título ampliado de Su turno para morir) y una nota de presentación sin firma que reproducimos a continuación, antes de "Mi mujer", rescatado en hemeroteca para el volumen de Cuentos Completos que Simurg distribuye en estos días en librerías de todo el país. El volumen, merecido homenaje a uno de los escritores más originales de la literatura contemporánea, recopila todos los cuentos que integran sus tres colecciones anteriores (Matando enanos a garrotazos, Gracias Chanchúbelo, En sueños he llorado), otros publicados en antologías y quince inéditos escritos en los últimos años. Una tirada de cabecera de tan solo cuarenta ejemplares, acompañados de un trabajo original del reconocido plástico argentino Jorge Garnica, se imprime especialmente para bibliófilos. Estos libros, numerados y firmados por Alberto Laiseca, tienen encuadernación artesanal y son vendidos únicamente en la sede de la editorial.

Más en www.elblogdesimurg.blogspot.com


martes, 15 de marzo de 2011

Oíd, ánimas y mortales... nuevo horario!

¿Qué mejor marco para contar y escuchar cuentos de terror que un cementerio? Este no es cualquier camposanto, claro, si no el de la Recoleta donde reposan los huesos de próceres y otra gente célebre... aunque, al fin y al cabo, también están muertos.
Alberto Laiseca y el ciclo Noches de luna y misterio se despiden este sábado 19 de marzo, a las 22.30, en el hall del cementerio de la Recoleta. Entrada gratis [se retira media hora antes del comienzo de la función].

Repertorio
La máscara de la muerte roja, de E.A.Poe
El almohadón de plumas, de Horacio Quiroga
La verdadera historia de la mujer de blanco, de Alberto Laiseca

jueves, 17 de febrero de 2011

Monstruo suelto en el éter!

Hoy
Alberto Laiseca en El arca de Mónica
de 18 a 19
FM Cultura 97.9
También se puede escuchar por internet www.fmradiocultura.com.ar

lunes, 14 de febrero de 2011

Aúlla, que hay luna llena!

Este viernes 18 de febrero vuelve el ciclo "Noches de luna y misterio", organizado por el GCBA, en el Jardín Botánico, a las 21.00.
Alberto Laiseca causará espanto acompañado por el murmullo del viento en los árboles y el maullido de los gatos, dueños y señores del parque.
Las entradas (gratis) se retiran a partir de las 20.30. El cupo es limitado.

viernes, 11 de febrero de 2011

La fiesta del Monstruo


¡Feliz cumpleaños, querido Lai!

miércoles, 9 de febrero de 2011

Con letra de molde

Literatura narrada
Noches de luna y misterio
Julieta Molina, para La nación
Foto: Emiliano Lasalvia

Los jardines del Museo Enrique Larreta, en Belgrano, fueron el escenario perfecto para la velada inaugural. Un violinista ofició de anfitrión y acompañó con su música el ingreso de los espectadores. La noche de verano era alumbrada con numerosas velas acomodadas cerca del pasto, en los pasillos de canto rodado. El cielo estrellado, una gran luna llena y un aire húmedo aportaron más misterio al ambiente. Aunque no hiciera falta.
Así comenzó en el Larreta (Vuelta de Obligado 2155) el ciclo "Noches de luna y misterio", organizado por la Secretaría de Inclusión y Derechos Humanos de la Ciudad, que se repetirá todas las lunas llenas del verano.
El programa es una invitación a asustarse y a deleitarse con historias de plumas como Edgar Allan Poe, Horacio Quiroga y el escritor argentino Alberto Laiseca, que también ofició de narrador.

Sombras inquietantes

Un centenario ombú de fondo, un pequeño escritorio, una botella, un par de vasos y un micrófono fue todo el escenario. Laiseca le puso su voz a los cuentos de horror y misterio y deslumbró a los presentes. El pozo y el péndulo , de Edgar Allan Poe; La gallina degollada , de Horacio Quiroga y La venganza de la mulata , del propio Laiseca, fueron las historias elegidas en esa oportunidad.
La voz profunda del relator y sus pausas en la narración atraparon a la audiencia, mientras las sombras trazaban inquietantes perfiles a su alrededor. En una puesta modesta, el violín fue también protagonista cuando cada cuento llegaba a su fin.
"Vivimos cerca, nos gusta Laiseca y decidimos venir. Me parece fantástica la propuesta, que sea al aire libre y una conjunción de arte, música y literatura", dijo a La Nacion Florencia, de 28 años, que fue acompañada por su pareja y está embarazada.
Pablo Mourier, de 50 años, acudió a la cita junto a su esposa y a sus dos hijos: "A mi hijo de nueve años le encantó el cuento de Horacio Quiroga. Está muy bueno... relatos de terror en este ámbito, y Laiseca maneja muy bien los tiempos y las inflexiones de la voz", detalló.
Esta original propuesta cultural se repetirá en las próximas noches de luna llena: el viernes 18 de febrero en el Jardín Botánico y el sábado 19 de marzo en la puerta de ingreso del Cementerio de la Recoleta. Con entrada gratuita y cupo limitado.

martes, 8 de febrero de 2011

¡Luz, cámara, acción!


La película Querida, voy a comprar cigarrillos y vuelvo, dirigida por Gastón Duprat y Mariano Cohn, protagonizada por Eusebio Poncela (foto), Emilio Disi y Darío Lopilato, finalizó su rodaje internacional en las ciudades de Marrakesh y Essaouira de Marruecos, y en Paris, Francia. Los directores y los protagonistas estuvieron los primeros días de enero en África rodando el principio y el final de la película, en varias locaciones de Marruecos ambientadas en el año 1800. A continuación se trasladaron a París, Francia, donde realizó un rodaje en locaciones como la Universidad de la Sorbona y algunas calles del Barrio de Montparnase.

Querida, voy a comprar cigarrillos y vuelvo transcurre en múltiples épocas y países y cuenta la historia de un agente inmobiliario (Emilio Disi) que a través de un pacto con una persona con poderes sobrenaturales (Eusebio Poncela) tiene la posibilidad de viajar a su propio pasado y vivir de nuevo su juventud (Darío Lopilato personifica a Emilio Disi joven).

El film está basado en un cuento inédito de Alberto Laiseca, que también oficia de narrador en off.

El estreno está previsto para mayo de 2011.




lunes, 7 de febrero de 2011

Télam

Alberto Laiseca: un escritor para morirse de miedo

Mientras espera el lanzamiento de sus "Cuentos reunidos", el escritor Alberto Laiseca se dedica a narrar célebres "Cuentos de terror" en el ciclo "Noches de luna y misterio", en distintos espacios porteños, que le permite demostrar también sus dotes histriónicas en relatos de Edgar Allan Poe, H. P. Lovecraft, Horacio Quiroga y otros de su autoría.


Juan Manuel Rapacioli

El autor de "Matando enanos a garrotazos" y "El jardín de las máquinas parlantes" es un hombre polifunción: en los últimos años participó del film "Deliciosas perversiones polimorfas", de Eduardo Montes Bradley, además de haber tenido un espacio propio en televisión con el ciclo "Cuentos de terror" y de haber entregado un puñado de obras literarias novedosas como "El artista", su último título.

De hecho, esta novela además revela su afición a vincular distintos formatos artísticos, ya que el libro está inspirado en la película homónima de Mariano Cohn y Gastón Duprat, donde también hace una participación actoral.

El autor del "Manual Sadomasoporno" y de la mítica novela "Los Sorias" adelantó a Télam que en el marco del ciclo "Noches de luna y misterio 2011" -que se desarrolla cada noche de luna llena, en distintos espacios de la ciudad con entrada gratuita- contará algunos relatos en el cementerio de la Recoleta y aseguró que sus libros están atravesados por el "realismo delirante".

-¿Cómo es el traslado de un relato desde la escritura a la narración oral?
-Todos nosotros empezamos por la vía oral, comenzamos a contar cuentos hace miles de años, cuando todavía no sabíamos leer ni escribir. Alrededor de una fogata siempre había uno de nosotros que inventaba historias: ahí nació la literatura. Lamentablemente no quedó registrada, por eso retomar esa tradición no es tan difícil.

-¿Es una manera de acercar la lectura a los jóvenes o a públicos no lectores?
-Estuve tres años con mi ciclo televisivo en Isat y tenía muchos chicos que me seguían. Estaba muy entusiasmado con eso, porque ellos son nuestro futuro. Hoy nadie lee, entonces sugerirle la lectura a los jóvenes me era satisfactorio, por ejemplo, dar a conocer a Poe. "Es bueno este Poe" me decían...(risas). Creo que es importantísimo incentivar a leer.

-¿Es difícil generar el hábito de la lectura en los chicos?
- Es difícil si al niño lo obligas a leer, por ejemplo, Pinocho. Ahora, vos narrale un pedacito de "La posada del cangrejo rojo", donde están el zorro, el gato y Pinocho, y donde todos son unos asesinos menos Pinocho que es un ingenuo, y vas a ver que después se prenden y quieren leer Pinocho a toda costa.

-¿Por qué es mejor contarles cuentos de terror a los chicos y no ocultárselos?
-Porque este es un mundo muy duro y parte de la didáctica es que el niño comprenda justamente que es muy duro. A Pinocho lo persiguen sus dos falsos amigos, sus dos traidores, como le puede pasar a cualquiera en un sentido más metafórico. Los persiguen para matarlo, para sacarle las monedas de oro que Pinocho tiene en la boca. Situaciones donde uno le quiere arrebatar algo al otro ocurren todo el tiempo en la sociedad. Y un chico debe saber estas cosas.

-¿En usted como funcionaron esas historias?
-A mí la literatura de terror, que mamé desde niño, me hizo muy bien. Me daba mucho miedo, no podía dormir de noche, pero era el precio que tenía que pagar para crecer.

-¿Cómo fue su experiencia en la película "El artista"?
-Es mucho trabajo filmar una película, es un quilombo chino para todos: directores, actores, sonidistas y camarógrafos, pero vale la pena porque después que termina quedás contento, todos quedamos satisfechos.

-¿Y cómo le resultó haber escrito una novela a partir del guión?
-Lo de la novela fue una idea genial que se les ocurrió a los directores, es una cosa que no se había hecho antes. Siempre se hace primero la novela y de ahí se saca la película. Acá fue al revés, en la novela puse todo lo que no está en la película.

-¿Cómo se fundamenta el `realismo delirante`?
-Me interesa mucho la realidad: hay una obra que me gusta por su nivel de imaginación que es "Impresiones de Africa", de Raymond Roussel. Me encanta, pero yo jamás escribiría así: a Roussel le importa un carajo la realidad, le interesa el delirio por el delirio mismo, no es mi caso. Igual, cuando yo trato la realidad lo hago a través de las exageraciones del delirio, porque así se magnifica y se ve mejor. Mis obras son realistas antes que nada, nunca he desechado al realismo, pero lo mío es realismo delirante.

-¿La imaginación se estimula?
-La imaginación dura para siempre, yo jamás tengo vacíos creativos. Lo que me falta es tiempo, debo hacer otras cosas para ganarme el mango, cada vez tengo que trabajar más para ganar lo mismo, eso le quita tiempo a mi obra.

-¿Cuáles son sus lecturas recurrentes?
-Mis lecturas son diversas, tengo libros de técnicas militares que los usé para escribir "Los Sorias", técnicas de lavado de cerebro también para mis obras, pero no pienso lavarle el cerebro a nadie (risas). Además, mucha astrología, tratados de psiquiatría completos que he leído para construir mis personajes locos, para saber de qué hablo.

-¿A qué escritores contemporáneos siente cerca?
-Tengo una gran afinidad con Ricardo Piglia, Cesar Aira y Fogwill, pero de todas maneras, algunos de ellos son un poco nihilistas, y yo no me permito el nihilismo. A pesar de todo lo que los admiro y los quiero, no comparto eso. Si somos nihilistas cualquier guerra está perdida de antemano, uno debe tener un gran sentido de la victoria.

-¿Y de los extranjeros?
-Me gusta mucho Edgard Allan Poe. De él hay que leer absolutamente todo: cuentos, ensayos, artículos... es el gran maestro, de quien más cerca me siento. Era muy parecido a mi: un muy buen tipo que a veces no comía por días por los apremios económicos, pero su mujer, Virginia Eliza Clemm si comía todos los días, porque él le daba todo.

-¿En qué se parece a él?
-Me parezco a Poe en el sentido de que yo también soy un buen tipo y que todo mi espíritu perverso en vez de ponerlo en la vida lo pongo en la obra, me lo saco de encima. Eso hacía él: era el mejor marido que una mujer pudiese tener, aunque después en la ficción las enterraba vivas, les arrancaba los dientitos con una pinza.

-¿Usted también ha trabajado mucho y se ha muerto de hambre?
-Yo he sido muy pobre, casi pobre de solemnidad. Recuerdo que en una ocasión comí de un tacho de basura, así nomás.

-¿Qué lo impulsó a seguir escribiendo?
-Mi padre me puso a estudiar ingeniería química. No me recibí por supuesto, pero notaba que lo que más me atraía, en vez de ponerme a estudiar los textos de cálculo diferencial integral, era leer "Sabiduría China" de Lin Yutang. Entonces en un momento me di cuenta que lo mío era la imaginación, no las ciencias exactas.

-¿Está escribiendo algo ahora?
-Mi novela sobre Vietnam está acá, desordenada, no la puedo ni empezar a escribir. Me hago tiempos cuando puedo: de momento lo único que hago es leer los cuentos de terror que voy a contar, no tengo tiempo para otra cosa.

-¿Qué opina de que "Los Sorias" se haya convertido en una obra fundamental argentina?
-Eso está bien, pero mi problema es que no ha sido traducida a ningún idioma, por esa razón he de temer por su destino.

-¿La no traducción puede responder a un cierto nivel de complejidad en la obra?
-Sí, pero lo que no es complejo no sirve. Si a cualquier obra mía la lees con atención vas a entender absolutamente todo.

miércoles, 2 de febrero de 2011

Lai en Diario Z


Alberto Laiseca, con el terror a cuestas

Cuentos de terror en la voz de un hombre de letras que da miedo. Narración espeluznante y música bajo las estrellas.




La fila de humanos, si­lenciosa, atraviesa el jardín andaluz. cielo es una membrana opa­ca que oculta la luna llena. Los za­patos resbalan, se pegotean en el suelo húmedo, amigo de los hele­chos y de todas esas plantas que solían llenar los patios de antes. Hay hortensias. Detalle atemori­zante para las mujeres de comien­zos del siglo pasado, cuando re­modelaron el caserón. Hacia el fondo, una luz rosada apunta a un enorme ombú. Es el sitio fijado para la ceremonia de lectura. Sue­na un violín. olor a tierra moja­da se despeja. Desde un costado, el humo de tabaco negro advierte que la sesión está por comenzar.

Nueve de la noche en punto. Público circunspecto, edad pro­medio 50 años. El escritor Alberto Laiseca es el encargado de condu­cir la ceremonia. Narrará tres his­torias de terror y misterio: El pozo y el péndulo, de Edgar Allan Poe; La gallina degollada, de Horacio Quiroga, y uno de sus Cuentos de la Negra Tomasa. La velada en el Museo Enrique Larreta se inscribe en el ciclo "Noches de Luna y Mis­terio", organizado por la Secreta­ría de Inclusión y Derechos Huma­nos del Gobierno de la Ciudad. ciclo continuará con nuevas fun­ciones, programadas para las no­ches de luna llena de febrero y marzo.

Silencio y la brasa del segundo cigarrillo de Laiseca. Primer acto. el turno de Poe. La historia se pega al oído. Es la subjetiva de un torturado en manos de la Inquisi­ción de Toledo. hombre está en­cerrado en una celda que cons­ta de diferentes mecanismos para asesinar. Laiseca acentúa en cada palabra la racionalidad del prisio­nero que busca desarticular la má­quina de muerte. Dice que le due­le, pero nadie le cree. Es evidente que al na­rrador le importa des­tacar la prevalencia de la pulsión vital frente a la necesidad impe­riosa de hacer cesar el dolor. En síntesis, las estrategias del tortu­rado para sobrevivir. Final y aplausos.

Siguiente acto, Horacio Qui­roga y La gallina degollada. Un clásico trasvasado por Laiseca a fórmulas narrativas orales. Mu­cho giro expresivo y onomatope­ya. Aquí no hay relato subjetivo. La historia se centra en una pare­ja del campo. Aunque claro que a cualquiera podría ocurrirle una desgra­cia parecida: niños es­tigmatizados y apa­leados que matan a su hermanita. El te­mor de que los hijos enfermen o mueran está presente en los padres de aquí y allá. El siglo XXIno tiene por qué escapar de esa pesadilla. El acento de Laiseca está puesto aquí en el horror de la pareja que se echa culpas mutuamente, más que en el mecanismo que prome­te dolor y muerte.

La velada finaliza con uno de los cuentos de la Negra Toma­sa. Laiseca glorifica la capacidad del relato nocturno para rever­tir los mecanismos de poder, que se esclerosan en la diurnidad. Los cuentos narrados a la noche son como las brujas: meten miedo. Controlan, desde el borde de lo desconocido pero posible, a quie­nes creen tener todo controlado. El niño Virgilito tortura durante el día a la Negra Tomasa. Y ella se venga metiéndole miedo durante la noche. Y Virgilito se hace adicto a las historias tenebrosas.

Esta vez el relato explota uno de los miedos más elementa­les: el terror a ser enterrado vivo. Una mulata embruja a una negra y hace que la entierren viva. Al ex­humar el cuerpo, se encuentran con el ataúd arañado y el esque­leto dado vuelta. Imposible dejar de remitirse a la leyenda urbana del animador de televisión que, según se contaba antaño, corrió el mismo destino. Final de cuen­to, aplauso y silencio. El violín del maestro Jorge Gordillo acaricia el clima del retorno a casa.

Es extraño el público de Laise­ca. Ala salida no se arman corrillos bulliciosos. Muy por el contrario, persiste la sensación de embrujo. Apenas puede oírse a unos turistas brasileños felicitar a Gordillo por su repertorio de folclore y tango. Son las diez y media de la noche. mu­seo queda vacío. Desde Juramento se ve la luna con agua detrás de los álamos. Todo está bien ahora. Aunque mejor no hablar, mejor no pensar, en ciertas cosas.


Próximas funciones

El ciclo "Noches de Luna y misterio", con Alberto Laiseca y la participación del violinista Jorge Gordillo, tendrá dos fun­ciones más. Están programadas para las próximas noches de luna llena. Las citas son: el viernes 18 de febrero, en el Jardín Botánico, av. Santa Fe y Armenia, y el sábado 19 de marzo, en la puerta del cementerio de la Recoleta Junín 1930.

Las actividades son gratuitas, con cupo limitado. es­pectáculo comienza a las 21, pero hay que retirar las entra­das media hora antes. Se suspende por lluvia.

DZ/km

miércoles, 5 de enero de 2011

Para ir agendando

Vayan sacando las patas de la pelopincho y poniéndose los trajes de noche porque tienen cita con el Conde.

¡Vuelven las noches de luna y misterio!

El miércoles 19 de enero, a las 21, en el Museo Larreta [Vuelta de Obligado 2155], Alberto Laiseca narrando cuentos de terror. Entrada gratis.
.