martes, 7 de junio de 2011

En el suplemento Cultura, de Perfil, este domingo

"Yo delirio pero con realismo"
El autor de la novela más larga de la literatura argentina (Los Sorias) acaba de publicar sus Cuentos completos, que incluye quince textos inéditos. En esta entrevista habla de su vida, de la creación literaria, y de la influencia social de la literatura.

Por Fernando Molle


La morada del narrador. Por estos días, el escritor está buscando un nuevo departamento donde mudarse junto a sus dos perros, dos gatos y su particular biblioteca, cuyos volúmenes están todos forrados de la misma manera.

Desde sus dos metros de altura, Alberto Laiseca se inclina, saluda y hace pasar a una pequeña y no muy luminosa planta baja, con un patio en donde dos perros akita están echados con impasibilidad oriental. Gran biblioteca de libros forrados junto a la cama, donde dos gatas –madre e hija– sueñan ronroneando indiferentes al cronista. Una mesa grande, sobre la que se levanta una montaña literal de papeles donde cuesta apoyar el grabador. Se acaban de editar (en Simurg) sus Cuentos completos, que incluye los libros Matando enanos a garrotazos, Gracias Chanchúbelo y En sueños he llorado. Un aluvión cuentístico que cumple cuarenta años de vida, inaugurado con Mi mujer (publicado en La Opinión en 1971), y con la yapa de quince inéditos, algunos terminados este año. Al origen de esta voluntad de contar hay que rastrearlo en Camilo Aldao, el pueblo de Córdoba en donde Laiseca vivió sus primeros años. Una vida pueblerina desbordante de historias que complicaban el sueño. Laiseca dixit: “Yo me escapaba por las noches a lo de unas viejitas que vivían muy cerca. Y estas viejitas contaban cosas espantosas que según ellas eran verídicas. Que la luz mala, que el chancho sin cabeza. Y uno creía todas esas historias y se cagaba de miedo. Fue mi primer contacto con el terror”. Su padre no sólo le prohibía esos encuentros: también le escamoteaba los libros de Edgar Allan Poe, la otra gran revelación para el impresionable Alberto. “A mí nunca me asustó Poe; sí me fascinó siempre. Ha sido mi maestro. Nota completa aquí!